¡Hola a todos! Seguimos explorando el tema de las raices, el arraigo y el desarraigo, hoy, con el relato de Laura, testimonio de que podemos llamar hogar a más de un lugar. Los dejo con ella, esperando que disfruten su relato tanto como lo disfruté yo.
Para mí es un honor que Marcela me haya convocado para escribir en su blog, más allá de las distancias y aunque no tengo el privilegio de haberla conocido personalmente, la aprendí a querer al igual que muchos de ustedes, por medio de su palabra, la que nos guía, nos transporta a lugares maravillosos y a historias (ajenas o no) a nuestra cultura y costumbres.
Lo primero que quiero decir es que cuando conocí la ciudad en la que vivo, la sentí mía desde el principio, no tuve la sensación de estar en tierras extrañas ni tampoco de sentirme extraña en esta tierra.
Les cuento un poco mi historia, para que puedan conocerme:
Mi nombre es Laura, soy de Buenos Aires y conocí a Guillermo, mi marido que es español en Julio de 2005, 20 días después de que se instalase a vivir unos años en la ciudad.
Al poco tiempo de conocernos, se iba afianzando la relación; el me comentó los proyectos que tenía en la ciudad, (conocer, estudiar Psicología, entre otros) y que luego se volvería a vivir a Zaragoza.
No lo dudé ni un instante: seguimos hacia delante con la relación, yo con la convicción de que cuando sea el momento de regresar, allí estaríamos los dos.
Pasaron 2 meses desde que nos habíamos conocido, y me invitó a viajar a Zaragoza, en esa oportunidad era todo tan reciente que rechacé la propuesta (yo no tenía dinero, aunque él me pagaría el viaje), pero finalmente en Enero de 2006 acepté la invitación, y conecté inmediatamente con la ciudad, su ambiente, su gente y costumbres.
A la vuelta del viaje, me fui a vivir a su departamento, y comenzamos a delinear nuestro futuro con proyectos más concretos (casarnos, ir a vivir a Zaragoza)
Luego de dos años nos casamos, nos embarazamos y habíamos proyectado dejar el país cuando nuestro bebé, Ulises, cumpliera los 8 meses aproximadamente; pero cuando estaba a punto de parir, Guille me comentó la necesidad de adelantar el viaje, ya que tendría más posibilidades de que lo volvieran a contratar en su antiguo trabajo, lo conversamos mucho y tomamos la decisión de irnos antes de la fecha prevista en un comienzo, así que viajamos cuando Ulises no llegaba a los 4 meses.
Comencé y comenzamos en familia a echar raíces en esta tierra, (en el caso de mi marido, a re-comenzar) y a conectar más con mi familia política y amigos de mi marido que considero míos también. Me sentí desde siempre bien recibida tanto por ellos como por la gente del lugar.
Hace un año y cuatro meses que ya estamos aquí; cuando pienso en mi país y lo que dejé allí (capítulo aparte familia y amigos), lo recuerdo con cariño, con bohemia y tango, con la lucha del día a día, con nostalgia de sus calles, de la charla con el diariero, y esas pequeñas cosas.
A mi familia, amigos y gente querida, gracias a las nuevas tecnologias, las siento cerca; si bien a veces uno extraña un abrazo, una mirada o un beso, el sólo hecho de tenerlos al otro lado de la computadora o del teléfono, acerca las distancias.
Ulises ya cumplió el año y medio, y mantiene su identidad porteña bailando las canciones de María Elena Walsh, el Sapo Pepe, el Payaso Plimplín y el Elefante Trompita, a veces lo mareo un poco con las palabras con las que le hablo (galleta – galletita, guardar – recoger); tiene su equipo de Boca Juniors que le regaló su tío y la camiseta de la Selección Argentina que más de una vez llevó al Jardincito. Le hice probar el dulce de leche y le encantó, y el viaje reciente que tuvimos a Buenos Aires disfrutó mucho de los alfajores y guisos de abuela.
A mi marido le gustaría que Ulises tenga algún dejo de acento argentino y emplee palabras típicas para el día a día, pero eso se irá viendo con el tiempo; en cambio mi familia muere por escucharlo hablar en “gallego”.
A Martín, mi segundo bebé, le faltan dos meses para nacer, así que me voy informando a través de amigas y de los médicos que atienden mi embarazo, cuáles son los estudios y pasos a seguir (la vez pasada me llevaron a hacerme un “test basal” y resulta que era el famoso “monitoreo fetal” que yo ya conocía); la verdad es que todo va fluyendo y el embarazo de maravillas.
Los nuevos hábitos que adquirí son comer y hacer bocadillos de “todo” lo que te puedas imaginar en medio de un pan, aprender a decir “cena” en vez de “comida” a cualquier hora del día, como estaba acostumbrada, las personas de la tercera edad son “mayores” y no “grandes” (el término significa tamaño), a nombrar determinadas cosas “a la española”, ya que a veces se me quedan mirando cuando digo “abrochadora” en vez de “grapadora”, por ejemplo; me pongo el modo español on y soy una más, hasta a veces hablo con las “zetas” y la “lle/lli” y las “c”; una vez entré a un super a comprar galletitas y el vendedor no me entendía, probé con galletas y tampoco, por último me decanté en “gallietas” y me pudo indicar en dónde encontrarlas!
Culturalmente me llamó la atención la devoción de la gente (sobre todo de “los mayores”) a la Virgen del Pilar, la patrona de Zaragoza, que celebra su día el 12 de Octubre en la semana “de los Pilares”, hay desfile por el centro de la ciudad de gente vestida con ropa típica (baturros) que le hacen ofrenda de flores a la Virgen, que se van colocando en una estructura de unos quince metros de alto formando el manto de la Virgen, que se encuentra en la cima. La Virgen con su manto de flores está una semana en la Plaza del Pilar, y todo a su alrededor queda impregnado con su perfume.
La vida en el bar es un “tipical spanish”: el quedar en el bar para tomar café, el ir de tapas, de vermuteo.
Me sorprendió que la gente no haga fila en la parada del autobús, sino, que cuando llega se van subiendo y no importa el orden de llegada (no me gusta mucho este ítem, el respeto a la fila y orden de llegada son sagrados para mi); el órden del tránsito, ya que si bien no se compara con el de Buenos Aires, porque estamos en una ciudad del interior de España, es una ciudad totalmente europea en cuestión de respeto a los peatones y en el tránsito mismo. Hasta mi 5º mes de embarazo, me iba a trabajar en “Bizi” (bicicletas de transporte público, que se “cogen” en cualquiera de las paradas que hay en la ciudad por medio de una tarjeta magnética en la que se encuentran los datos de la cuenta bancaria, en caso de que no se devuelva en un tiempo estipulado o se dañe)
Mi día a día, al habernos ido con un bebé de casi 4 meses, se fue moldeando a sus necesidades; preveo que las cosas necesarias para comer las tenga en casa o salgo a comprar por la mañana o a partir de las 17 hs. cuando abren las tiendas, los domingos por ejemplo está todo cerrado (incluídos los centros comerciales, salvo excepciones en fechas determinadas), así que nunca me quedo sin lo imprescindible para pasar ese día.
Siento que para tomar tamaña decisión (en mi caso, en pareja) hay que estar bien consolidados y abiertos a la charla, a las dudas, ya que es un cambio de vida para los dos, y se debe estar fortalecido para eso, para que en el caso en el que se decida regresar por cualquier motivo, sea también con el convencimiento de ambas partes y fijando siempre el bienestar en los hijos, la pareja, en la familia toda y en el bienestar tanto económico, como social en todos sus aspectos (educación, seguridad, etc.)
¿Qué me cuentan de Laura? ¿No es un encanto? ¿Y vieron qué bombón es Uli, su bebé?¡Muchas gracias, Lau, por compartir tu historia con todos nosotros!
Dos mujeres, dos historias diferentes. Un cambio de país por trabajo, otro por amor, una pareja de argentinos que emigra, y un amor intercultural y transoceánico ;) En el próximo post les contaré mi historia, distinta y parecida a la vez a ambas.
¡Que tengan un hermoso fin de semana y hasta el próximo post!
* La fotos muestran: Ulises, recién llegado a Zaragoza, con el Pilar de fondo, Basílica del Pilar, foto tomada desde la Plaza, Laura con la torre de la Catedral de La Seo (San Salvador) de fondo, una vista de una parte de la Basílica desde la Calle Alfonso I (la "Florida" de Buenos Aires) y el interior del Palacio de la Aljafería,
7 comments:
qué lindo!!!!!! Me encantó y rescato este párrafo
"Siento que para tomar tamaña decisión (en mi caso, en pareja) hay que estar bien consolidados y abiertos a la charla, a las dudas, ya que es un cambio de vida para los dos, y se debe estar fortalecido para eso, para que en el caso en el que se decida regresar por cualquier motivo, sea también con el convencimiento de ambas partes y fijando siempre el bienestar en los hijos, la pareja, en la familia toda y en el bienestar tanto económico, como social en todos sus aspectos (educación, seguridad, etc.)"
Me encantó el post de Lau.... no conocia su historia (colgada yoooo?) y tampoco sabia que se venia otro varón!!!! :D
Besos a vos, Lau y vuestros retoños!
Gracias nuevamente por haberme convocado y poder compartir mi historia.
Yo tampoco conocia la historia de Lau!! que maravilla esta mujer, por dior!
Lau!!! hermosa tu historia...a love story! tambien queremos escuchar a Uli de gallego! todo lo que viviste en este poco tiempo es trascendental!! guauu
Marce..se viene la tuya...esperando como cada relato!!
Divina la historia de Lau !!!
Me alehro que hayan disfrutado la historia y gracias Lau por compartirla aquí!
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